martes, 15 de marzo de 2011

acurrucados en las esquinas

Acurrucado en la esquina del rellano mas alto de las escaleras. Por dios aquel chaval tenia apenas 7 u 8 años. No paraba de temblar, su mirada ladraba a la vez que se escondía entre la oscuridad de su condena. Por las lagrimas en los ojos ni siquiera ve con claridad el fondo, el final de este calvario que le mata por dentro. Es un chico amable no muy dado a los deportes.    Por debajo corren los niños  entre pelotas juegos y risas, él los mira con desprecio y deseos de poder ser como ellos al mismo tiempo.
Se le hace un nudo en la garganta cuando escucha sus sonrisas inocentes como el destripador manchado de sangre en un crimen. Porque los niños más complacidos pueden ser verdugos del resto de la humanidad, mientras, los niños de la escalera se dirigen a la costa equivocada para luchar contra el mal porque un chico con una pelota les ha dicho cómo lo debían hacer.

¿No me creen? Avancemos unos años en el tiempo

Hoy un hombre de 45 años pasea por la calle de camino a casa. Regresa de un apasionante día en el proyecto psicológico de ayuda infantil en el que esta involucrado.
En la esquina un hombre de edad similar posa con aires de triunfador y una barba al cuello. De repente aparece otro hombre en la escena, viene a comprar su libertad, la que cambio por su pelota cuando los chicos del barrio le arrastraron a su mundo de una vida plena.

Y ahora, ¿me creen?

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