miércoles, 6 de octubre de 2010

La mampara

Despertó poco a poco, pero abrió los ojos rápidamente al ver donde se encontraba. Se levantó atónito, el sitio le resultaba algo familiar pero no entendía en absoluto que hacia ahí ni cómo había llegado. Estaba todo muy oscuro, cuando consiguió encender una luz observó cómo le rodeaba una mampara translucida que le impedía ver el exterior con claridad y que el exterior pudiera verlo a él del mismo modo. Asustado y confuso, el joven empezó a mirar a su alrededor buscando respuestas. Sentado en una esquina de la mampara, se encontraba otro joven con una postura que mostraba su cansancio y malestar. Se acercó lentamente para intentar obtener una respuesta:

- ¿Qué hacemos aquí?
- Podría darte miles de respuestas, todas serian aceptables pero ninguna completamente cierta
- ¿Por qué estamos encerrados?
- Porque no es tan fácil salir de aquí
- Y ¿Por qué una mampara y no barrotes?
- Porque entre los barrotes puede verse la realidad, nosotros somos incapaces de ello, en parte
- ¿En parte?
- Yo puedo ver una parte del exterior, pero no puedo decirte lo que veo, tienes que adivinarlo tú
- Me lo estas poniendo muy difícil y en realidad me basta con romper la mampara para ver el exterior
- Si lo haces, cada uno de los trozos en los que se divida rajaran tu piel y tu carne dejándote peor que ahora
- ¿Y qué debo hacer?
- Debes averiguar la manera adecuada de liberarnos
- Me basta con pedir ayuda al exterior

Comenzó así a gritar fuerte contra el cristal y a saltar y moverse para llamar la atención de la gente que pasaba por su lado, mas fue inútil. Al darse por vencido se dejó caer y quedó inmóvil ante el otro joven esperando otra ayuda

- Espero que hayas comprendido que solamente tú y yo podemos sacarte de aquí, pues para que alguien pudiese oírte desde fuera tendría que ser, pensar, y amar, como nosotros.

El joven empezó a llorar de rabia e impotencia, pero era un llanto muy debilitado. El otro individuo, que continuaba sentado en su esquina se dedico a observar el trozo exterior que podía ver ignorando a su compañero, tal y como hizo este el tiempo que pasaron en silencio.

Pasó el tiempo, el ahora preocupado joven volvió a reclamar ayuda

- Bueno, y ¿ahora qué?
- Ahora estas más calmado, puedes usar todo lo que tienes, reflexionarlo y actuar
- Pero, ¿Qué puedo hacer?
- Empieza buscando un motivo para recluirte aquí, como ya te he dicho hay miles, pero seguro que algunos destacan sobre los demás. Escríbelos en un papel, y escribe después Todas las reflexiones necesarias para encontrar algo que se acerque a una solución para nuestra situación. Cuando termines, verás que solo el roce de una esquina de ese papel es capaz de hacer un corte lo suficientemente limpio y grande como para escapar de aquí.

Hizo caso al joven y comprendió que así era, separó la mampara en dos partes sin hacer a penas fuerza y pudo observar, con claridad perfecta, como la gente giraba la cabeza hacia él mientras el cristal se acababa de abrir. Tendió la mano al joven, que se levanto por primera vez, y ambos abandonaron su prisión. De aquel lugar salió un joven sonriente que admiró de nuevo como nunca la luz del sol y las voces ajenas.

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